LA REALIDAD

..y todo esto antes de que Manolín empiece a cantar. Para aquéllos que no estén al tanto de las mañas vocales del Dr. González, tengo el deber de interrumpir mi pluma nostálgica para divulgar el comentario general que se escucha en La Habana: Manolín no es cantante de oficio. Su presencia en el escenario es carisma pura y las frases vocales que intenta, como sus canciones, están llenas de sentimiento e inteligencia, pero la ejecución en sí siempre resulta ser toda una aventura. El Médico lo explica mejor que yo en su tema «Tengo mi mecánica», del álbum «De buena fe» lanzado en el '97:

entono una canción a mi manera
aunque algunos me critiquen
pero lo hago con amor [ejemplo de audio 2]

O... como lo diría un músico cubano, cuya identidad, por supuesto, la mantendremos en secreto: «¡horrible...pero con swing!». Para remunerar, sin embargo, a aquéllos de nosotros que podemos vivir con sus imperfecciones, el núcleo fiel de músicos y arreglistas que lo apoyan han engendrado todo un repertorio adictivo de obras maestras del pop. La música de esta banda es única dentro del panteón timbero -- casi como un género dentro de un género -- gozosa de atractivos y agudezas irresistibles que exponen el sello inconfundible del equipo creativo Luis Bu - Jeáns Valdés - Chaka Nápoles - Angel y Alexis Arce («Los Pututi») - y el propio Manuel «El Médico» González. Como compositor y asistente de arreglos, Manolín debe recibir los halagos que merece por cumplir un papel creativo capital no sólo en la música de su propia banda, pero en el desarrollo general de la timba. Su genialidad en el universo de los coros elevó el nivel y calidad de todas las bandas timberas. Sus frases y melodías dominaron el habla cubana y la cultura popular de los 90 y los gigantes de esta música como Issac Delgado, Charanga Habanera, Bamboleo y otros le deben muchísimo como musa de su propia inspiración y prolijidad.

Lamentablemente, otro hándicap de nuestro querido Manolín es observado en su capacidad de director de orquesta, pues carece de la disciplina, perfeccionismo y clarividencia de un David Calzado, Giraldo Piloto o Manolito Simonet. Tómese como ejemplo la lucha por quedar a flote de su hoy por hoy prácticamente difunta agrupación radicada en Miami, la cual nunca ensaya y sólo ha añadido un par de arreglos desde su partida de Cuba en 1999. La mayoría de los temas que no aparecen en discos anteriores a éste fueron compuestos en Cuba mucho antes de los primeros traslados (reubicaciones) del grupo a Miami. Después de haber lanzado este disco, Manolín firmó contrato con la casa disquera BMG Latino para la producción de un proyecto de «música pop», aparentemente sin la colaboración de su equipo musical de siempre, por lo cual, bajo un punto de vista timbero, «El puente» es de hecho «el puente» al último andén -- una celebración final del legado timbero que recorriera el Médico de la Salsa.

Pero vaya celebración. Manolín ha gozado de una vida provechosa -- rodeado en cada escenario por los músicos más imaginativos de Cuba -- y he aquí un ejemplar de dichas tendencias en nada menos que Miami, EE.UU. Además de dejar el núcleo de la banda intacta, y a pesar de su gran distancia para con los fértiles conservatorios habaneros, ha añadido a su reparto, desde su última grabación de estudio, a cinco miembros que son igual o mejores que sus precursores: Tomás Cruz (tumbadoras), Reinier Guerra (batería), Hamed Barroso (guitarra), Andy Gola (bajo), y Joaquín «El Kid» Díaz (coro).