Historia continuada

Cárdenas, como lo acabamos de anticipar, traza entonces «La protesta de las gallinas» --secuela de «Que le den candela». En aspectos líricos, nuevamente nos topamos con otra pieza maestra (aquí para la letra). Retoma la historia de la gallina dura de roer --protagonista de «Que le den candela»-- para trasladarnos directamente al propio chiquero de dónde vino, donde las gallinas sobrevivientes muestran su encrispamiento ante las críticas contra ellas aducidas por dicho tema de ser escuálidas y pasadas de edad. A lo cual el narrador debe tranquilizar el cacareo general con consolaciones al estilo de «no se tiñan las plumas que la cosa no es pa’ tanto, que una buena gallina tiene sus encantos».

La conciencia y autocrítica de este tema son formidables, al igual que las varias perspectivas con las cuales se la puede comprender, dotándole a una sencilla canción bailable un sinnúmero de contextos distintos. Podemos hablar del evidente doble sentido del «gallo» que prefiere un «pollito tierno» a una gallinona, pero si entramos en dichas proposiciones, aún más destacable viene a ser la elaborada interlocución que se construye entre el narrador y las aves iracundas. Súmesele a esto la trascendencia que se le da a «Que le Den Candela», no sólo en el contexto de la canción en sí, sino también en el marco real habanero donde no sería del todo improbable que cundieran quejas enojosas por parte de señoras ofendidas al momento de volverse popular la canción. En dicho caso, la metáfora podría ejemplificar la importancia e impacto que puede tener el doble sentido en una canción, ya que la secuela establece, acaso le añade, nuevos sentidos al original. En fin, la pieza le da nueva vida a ambas canciones que alcanzan una dimensión aún más compleja cuando aparece aquélla ingeniosa inclusión de tres personajes adicionales— Pupy, Pedro y Juan— los de carne y hueso que la interpretan (audio 4).