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SpanishEnglishDiscography - Charanguero mayor - Pt. 2 - The Piano Style of Tirso Duarte
II: El estilo de piano de Tirso Duarte
ANNUNCIO: marzo, 2013 - está casi completo mi primer libro sobre Tirso Duarte: Beyond Salsa Piano, Vol. 14.
Como lo demostraremos con un surtido de ejemplos en sistema MIDI grabados por el propio Duarte, la música de «Charanguero Mayor» está construida alrededor de una familia de tumbaos totalmente distinta. Por lo tanto, antes de encarar el disco, echémosle un vistazo al estilo de piano de Tirso Duarte y su papel dentro de la evolución timbera.
Duarte, como todos los pianistas de la timba, fue influenciado por el pianista original de la Charanga Habanera, Juan Carlos González, pero otros aspectos de su estilo de interpretación pueden ser cotejados igualmente al estilo de otro pianista con el mismo apellido, Iván «Melón» González. JC González, como casi todos los pianistas que vinieron antes de Melón, casi siempre tocaba el mismo ritmo en cada mano, pero Melón, y luego Sergio Noroña y otros más empezaron a componer tumbaos espectaculares que utilizaban, entre otras cosas, ritmos distintos en cada mano -- con la izquierda se llenaban las brechas de la mano derecha y con la derecha ocasionalmente se le añadían uno que otro arpegio u otro adorno fugaz por encima. Duarte hace uso de esta segunda idea y, también como Melón, sus tumbaos a veces incorporan elementos de la música clásica. ¡Pero la semejanza más importante entre Duarte y Melón es su desemejanza! Cada cual es único y diferente. Ninguno de los dos muestra ni siquiera una afinidad lejana a cualquier otro pianista latinoamericano y casi todos los tumbaos de Melón y Tirso llevan consigo el sello inconfundible de su autor. Ambos tocan ritmos distintos en cada mano, ambos toman su inspiración de la música clásica, pero sus creaciones finales son drásticamente distintas, no sólo entre sí, pero de un tumbao a otro.
Dada la naturaleza del sistema educativo en Cuba, casi todos los músicos de la timba cubana han recibido una instrucción sólida de música clásica y sus capacidades técnicas sorprendentes pueden ser parcialmente atribuidas a los años que han permanecido bajo cuatro paredes de un cuarto de ensayo junto a las partituras de Bach y Beethoven. Pero músicos como Melón y Duarte salieron de dicha experiencia con algo mucho más profundo que la mera destreza relampagueante en los dedos. Habían hallado su sitial en la música como compositores y aprendieron a improvisar sobre las obras clásicas en lugar de repetirlas como loros nota por nota. Y ¿no es así cómo debe ser?, pues como lo sabrán los versados en la historia musical Bach, Beethoven y Mózart fueron todos grandes improvisadores. Pero cuando se mezcla algo extranjero con algo cubano, el resultado es algo otro cubano, y una vez que estos músicos reconciliaron sus descubrimientos clásicos con sus influencias afrocubanas intensamente polirrítmicas que llevaban en las entrañas y conocían de toda la vida, el producto fue algo que en a penas una noche volvió a un salsero nortamericano semicuerdo en el lunático delirante que está repletando los servers de timba.com con artículos como el que estás leyendo en este momento.
Era a principios de febrero, 1999, que escuché por vez primera lo que hoy me doy cuenta era la formación que grabaría «El Charanguero Mayor». Me había inscrito en un curso a realizarse en Cuba, y éste empezaba con una escala de una noche en Cancún. El destino hizo que una banda cubana llamada «Charanga Habanera» tocara esa noche en Disco Azúcar. Había escuchado el nombre en algún lugar, y no quería irme temprano a dormir, era lo último que me quedaba de libertad antes de aventurarme a la tierra prohibida del comunsimo, donde me imaginaba guardias armados con metralletas en cada esquina. Decidí entonces visitar la Zona Hotelera y beberme una margarita mientras podía.
Retrospectivamente, me doy cuenta que esta encarnación de la banda sólo había estado junta por 4 ó 5 meses y que Michel Maza venía de renunciar. Por supuesto que en aquella época no sabía nada de esto. El nombre «Charanga Habanera» me decía algo, pero no mucho, y de la música cubana me esperaba una mezcla de Compay Segundo con tambores folclóricos y un poquito de Sandunguera, si tenía algo de suerte. Ya en el interior de la discoteca, me quedé impresionado con la coreografía pomposa y la mera densidad de los ensalces rítmicos -- y a propósito me quedé loco con el bajista, su corte a lo Dennis Rodman bailando y dándole vueltas a su delgado baby bajo rojo mientras tocaba -- pero había algo en el piano, algo que nunca había escuchado antes. Poco a poco el resto de la discoteca parecía desaparecer en lo profundo y terminé sentado al costado izquierdo del escenario, al lado del amplificador de piano, reparando estupefacto las teclas y los ojos penetrantes, casi poseídos, del joven moreno que arremetía contra ellas. Tuvo un efecto hipnótico sobre mí, del cual todavía no me he recuperado del todo. El joven negro resultó ser Tirso Duarte. Después de ese fatídico viaje, me armé de una computadora laptop y un interface MIDI y volví a Cuba cuatro veces más, donde me reuní con Duarte y otros músicos para registrar sus tumbaos en mi disco duro. Muchos de los archivos de mp3 que se incluyen en estos artículos son el producto directo de dichas sesiones.
Nunca volví de una sesión con Duarte en un estado que no fuera el de fascinación y asombro, pero quizás la experiencia más sorprendente que viví se dio en enero del 2000. Tirso estaba grabando unos tumbaos que no había escuchado antes, de un disco que aún no se había lanzado, era de hecho «Charanguero Mayor». Seguía escuchando pequeños trazos que me sonaban en algo a la música clásica, y en un español alicaído intenté preguntarle acerca de ellos. Aparentemente me decía que sí, que incorporaba ideas de su instrucción clásica para crear sus propios tumbaos. Entonces, un poco a ciegas, le pedi que me interpretara una pieza clásica. Toco una viñeta de la Fantasie Impromptu en do sostenido menor de Chopin. Luego le pedí que improvisara algo estilo timba. Le bastaron, sin exagerar, diez minutos para confeccionar un tumbao de piano y añadirle una línea de bajo y al escucharlo de nuevo, le sumó un coro e improvisó un par de guías (acerca de un gringo loco que le pagaba para tocar tumbaos en una computadora... no sé a quién se referiría). [ejemplo de audio 1] es un extracto muy breve de la composición original de Chopin, tocada por el pianista clásico Robin Alciatore. Y aquí la improvisación de Duarte. [ejemplo de audio 2]. No te olvides que mucha de la magia de la timba es el resultado de los ensayos interminables que preceden la presentación pública de un tema, pero esto fue, de hecho, algo totalmente improvisado, una creación in situ.
Ahora pasemos a un ejemplo verdadero del tema titular de «Charanguero Mayor». [ejemplo de audio 3]. Además de sus alusiones menos específicas a la música clásica, también existen desplazamientos rítmicos extremos, por lo cual el ejemplo empieza algunos compases de clave y tumbadora para que no acabes por desorientarte. Después entra la línea de bajo, y finalmente el tumbao de piano. ¡Ahora escúchalo en contexto! En el ejemplo 4, el tumbao del ejemplo 3 empieza cuando el coro entra con la cita de Bob Marley. [ejemplo de audio 4].
Este tema, escrito por Duarte, fue una de las canciones que cantó Michel Maza antes de dejar la banda. Maza no está en este disco, pero el grupo grabó una maqueta a fines de 1998 con Michel en la voz. Puedes escucharla completa con interrupciones del ostigoso DJ de Radio Taíno, al pulsarlo en la audioteca de timba.com, en la mano izquierda de la pantalla. También puedes escuchar una interpretación en vivo de la última canción que cantaría Maza con La Charanga Habanera, la preciosa «Confianza», que inexplicablemente no forma parte de la obra grabada de ningun artista o grupo musical.