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SpanishEnglishConcert Report - Bamboleo - Paris - 2004
Furia y Temperamento
Bamboleo en «La Galerie
El cansancio no pesó anoche en la rue Montmartre. El traslado transatlántico de ayer, un concierto la víspera, más horas de vuelo, un disparatado trayecto del terminal terrestre al club, un atraso inoportuno, la prueba de sonido a contrarreloj... Bamboleo apenas llegó, tocó y lo hizo con una contundencia y energía electrizantes que no amilanaron en lo más mínimo durante dos y más horas de cometido agotador. La orquesta se despabilaba sobre su público, aquella fiel multitud francesa que ya ha aprendido a reconocer, quizás hasta a querer, llevándola una y otra vez a frenesíes y esteremecimientos de feroz interacción musical. El baile se mezcló con el asombro, los iniciados a la experiencia Bamboleo quedaron con la boca abierta, los ojos saltones, la mirada perdida en esa melaza de ritmos, sabores, colores... en fin, lo que tanto nos apasiona: timba y de la buena.
¿Cómo es, pues, un concierto de Bamboleo? Ahora bien, déjenme empezar desde el principio. El DJ acaba de quitar su música de los parlantes, la luz es escasa, la gente ajetrea en silencio ansioso, busca algún puesto de observación, las parejas que ya conocen y saben a que vinieron despejan un rinconcito para su baile. Músicos toman su plaza lentamente con sus instrumentos— todos vestidos en negro— se sitúan sobre el escueto escenario con sus tenazas eléctricas, mecánicas, teconólogas. Una suerte de música robotizada da inicio a la estampida, transformándose ésta en un jazz un tanto minimalista de las ideas melódicas introductorias. Antes de asentarse la instrumentación, los tres actores vocales se montan en desequilibrio sexual (mujer-hombre-mujer) al escenario y una tambaleante salsa-funk reza la tonada de presentación: «Bam-Bam... Bamboleo... qué's lo que te gusta... lo que se baila, lo que se usa». La música por detrás hierve a su cocimiento en instantes. Ha transcurrido apenas un minuto y medio. Falta poco... y ahhh... la timba se desata furiosa sobre París: (audio 1)*. Este tema originalmente inaugura el tercer disco titulado «Ya No Hace Falta» (1999) y es la pieza que suele introducir la banda. A partir de ahí se monta un espectáculo retroalimentativo, versatil y creciente, entre músicos, cantantes, el público bailador o a veces simplemente testigo.
¿Sangre nueva?
Entre las orquestas cubanas de renombre, Bamboleo guarda una distinción que, hay que decirlo, no es del todo alagadora: es una de las agrupaciones que peor ha sido representada en cuanto a trabajos discográficos se refiere. Lo que se presenció ayer fue nada menos que casi— si acaso no es ya— cinco años de desarrollo musical ampliamente indocumentado, más de 60 % de los integrantes no han participado en lanzamientos oficiales (aún si algunos ya llevan con la banda tres años de colaboración) y más de un 80 % del material es inédito. Si bien toda Cuba y muchos timberos de afuera ya bailan «El Maíz» en sus fiestas y se han acostumbrado a «Ya No Hace Falta» versión Tanja Pantoja, es simplemente debido a los conciertos y la ingrata piratería de CDs quemados enquistada hace tiempos ya en las calles de La Habana. Esta insuficiencia de discos, que sería grave interdicto estratégico por parte de una banda pop de cualquier otro país, acaso razón de quiebra, por no decir abandono de carerra o termómetro de incapacidad creativa, no parece quitarle el sueño ni a Lázaro Valdés, director musical y teclado, ni a ningún otro miembro de la banda. El trabajo ha sido constante, el no oficializar la música no representa falta de inspiración en lo absoluto, y hoy Bamboleo sencillamente está mejor que nunca. En cierta forma, posiblemente hasta resulte ventajoso no lanzar los discos, especialmente si de calidad musical estamos hablando. En primer lugar, las canciones han madurado a tal punto en los músicos y hasta en el público que se observa una total indiferencia al hecho de que no existen grabaciones de estudio. Cuando ya se lance el disco, los temas serán todos motivo de un tipo de nostalgia, de un momento de Bamboleo que creció hasta ese apogeo de composición, arreglo, interpretación y calidad que hemos visto ayer. No todas las orquestas timberas han funcionado así. En muchos casos sucede lo inverso. Muchas graban y después le dan vida a los temas en vivo. Dadas las circunstancias de que internacionalmente el estado de la difusión radial de orquestas cubanas es tan penoso, los conciertos representan la mejor vía de difusión. Cuando salga el producto oficial, los que fueron a este concierto, por ejemplo, seguramente querrán comprarlo: es algo que conocen, que representa experiencia en sus vidas. Lo importante, por ahora, es hacer que la gente vaya, que pague su entrada, pues es ahí donde Bamboleo mejor se luce.